Iroel Sánchez
Ante los reclamos de América Latina y el Caribe, en abril de 2009 un Barack Obama recién llegado a la presidencia prometía en la Cumbre de las Américas de Trinidad y Tobago su disposición para llevar las relaciones con Cuba en una nueva dirección. En ese escenario, el inquilino de la Casa Blanca recibía entre sonrisas el ejemplar de Las venas abiertas de América Latina que le obsequiara el presidente venezolano Hugo Chávez y muchos se hacían expectativas con que realmente algo cambiara en la mirada de Estados Unidos hacia la región.