Javier Couso
En los tiempos de la neolengua, en los que se da el premio Nobel de la Paz a quien mantiene tres guerras abiertas y más de ochocientas bases militares en todo el mundo, o en el que se llama intervención a la pérdida de soberanía que antes solo se podía lograr por la fuerza de una invasión armada, no extraña nada la ingeniería del disfraz para guerras o golpes de estado.