
Adriana Pérez
Quince años es mucho tiempo, sobre todo para quien los ha pasado en la cárcel, pero quizás pasen más despacio si esa es la menor parte de una condena que incluye dos cadenas perpetuas.
Saberse condenado a permanecer en prisión de por vida generalmente es motivo para estar amargado y lo es más si el sancionado se sabe inocente y la condena que sufre es resultado de un proceso calificado de injusto por órganos de Naciones Unidas, parlamentos de múltiples naciones, Comités de apelaciones, más de una decena de Premios Nobel, Jefes de Estado y relevantes intelectuales de muchos países. Pero fue sólo alegría, estímulo y afecto hacia los demás lo que percibí en mi conversación con el héroe cubano Gerardo Hernández, prisionero de por Sigue leyendo →
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