Israel va a un fin apocalíptico en Medio Oriente. Por Ángel Guerra Cabrera


La masacre perpetrada por Israel el viernes 30 de marzo contra los palestinos de la franja de Gaza confirma la confianza del Estado sionista en que cualquier crimen que cometa quedará impune. Cien francotiradores israelíes dispararon sin cesar contra una marcha pacífica en el marco de un operativo preparado con semanas de antelación. Esto, sin contar las cargas de artillería y el vuelo de un dron que repartía granadas lacrimógenas. Dieciocho palestinos muertos y cerca de 3 mil heridos fue el saldo macabro del viernes santo cristiano y el inicio de la Pascua judía.

En el curso de esa semana el general Gadi Eizenkot, jefe del ejército, realizó varios viajes a la frontera con Gaza para asegurarse de que el dispositivo represivo estuviera a punto.  Ampliamente reflejados por los medios israelíes, entre amenazas contra quienes participaran en la Marcha del Retorno, dentro del territorio de Gaza, nominalmente no ocupado. El colmo, Israel puso un cerco militar a los territorios palestinos ocupados en 1967 con el argumento de que sus ciudadanos pudieran celebrar la Pascua judía “con tranquilidad”.

La marcha durará varias semanas, siempre dentro de territorio palestino, y no ha sido convocada solo por Hamás, como alega Israel, sino también por numerosas organizaciones y líderes palestinos. Varias ONG israelíes, como Gush Shalom, han pedido una investigación independiente, frenada por Washington en el Consejo de Seguridad de la ONU.

 Son demasiados años de crímenes sin castigo del sionismo en Palestina desde décadas antes de la proclamación del Estado en 1948. Ya casi nadie cree en esa farsa eterna llamada cínicamente “proceso de paz”, que no ha servido más que para perpetuar y legitimar el expansionismo isrelí y prolongar el martirio de los palestinos.

Pero Donald Trump hizo lo que ninguno de sus antecesores: reconocer a Jerusalén como capital de Israel, o sea, como ciudad judía. Una grave violación a las bases de una solución política del conflicto árabe-israelí claramente establecidas por la ONU con el acuerdo de Estados Unidos. Una bofetada no solo al pueblo palestino, sino a cientos de millones de árabes, musulmanes y cristianos para quienes Jerusalén es una ciudad interreligiosa y de paz. Por supuesto, echó también a la basura cualquier posibilidad de concreción de dos estados, uno palestino con capital en la parte oriental de la ciudad santa y otro judío en la occidental.  Todo lo que se diga del valor simbólico y las graves consecuencias políticas y militares de entregar Jerusalén a Israel será poco.

Cada vez son más insistentes las filtraciones sobre la campaña militar que prepara el Estado hebreo para apoderarse de los pocos territorios palestinos que no ocupa, destruir a la combativa organización de resistencia libanesa Hezbolá para apoderarse de Líbano, atacar Irán y descuartizar Siria. Ver cumplido, en fin, el sueño sionista del Gran Israel. Es obvio que esta empresa no puede emprenderla sin apoyo incondicional de Estados Unidos e implicaría un abierto desafío a Rusia y China conducente a la guerra nuclear. La incendiaria extrema derecha gobernante en Israel confía, al parecer, en que su probada influencia en Washington le permitirá conseguirlo. Después de todo, el apoyo a Israel es probablemente uno de los pocos temas capaces de unir a una mayoría de legisladores demócratas y republicanos.

Por otra parte, la sustitución de Rex Tillerson por Mike Pompeo a la cabeza de la secretaría de Estado, y del general Macmaster por John Bolton en la oficina de seguridad nacional de la Casa Blanca, implica un enorme reforzamiento de los halcones prosionistas en el círculo inmediato a Trump.  Todo indica que ni Tillerson ni Macmaster y tampoco el general Mattis, aun jefe del Pentágono, estuvieron de acuerdo con el reconocimiento de la capitalidad judía de Jerusalén.

Son conocidas la coincidencia de Pompeo con Bolton en apoyar la guerra contra Irak, la ruptura del tratado nuclear con Irán, atacar a Corea del Norte y mano dura con Rusia y China. Bolton, además, viejo amigo del premier israelí Bejamín Netanyahu.  Ambos también partidarios del “cambio de régimen” en Cuba y Venezuela. Con la alianza de estos personajes para saciar la sed sionista de tierras, agua e hidrocarburos deben estar contando Netanyahu y sus pares ultras en el gobierno de Israel

¿Qué viene ahora? La masacre del viernes santo en Gaza recuerda el inicio de la operación de castigo contra la franja en 2014, que costó la vida de 3000 palestinos.

Twitter:@aguerraguerra

4 pensamientos en “Israel va a un fin apocalíptico en Medio Oriente. Por Ángel Guerra Cabrera

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  3. Casi exactamente un año después de redactarse las líneas recién leídas, se difundió la
    noticia siguiente: El ejército israelí decidió emplear a personas autistas – es decir, psi-
    quicamente impedidas – como soldados observadores-mensajeros y suboficiales de en-
    lace. Se alegaron la “altísima capacidad de concentración” y la “brillantez analítica” como
    principales calidades solicitadas de unos tales, con las que muchos autistas “cumplirían
    a la perfección”.
    Se trata de personas dotadas y débiles, es decir, inestables, a la vez. Y tales personas
    necesitan ante todo la paz. No la paz garantizada por la ley del más fuerte – fundamental
    para el sionismo – sino la absoluta, segura y duradera. Pero hasta el primer ministro isra-
    elí de los años ochenta y noventa iniciales, Yitzhak Shamir, había considerado el estado
    hebreo demasiado pequeño para poder acoger a todos los judíos del planeta – de garan-
    tizarles la paz duradera, ni hablar. Hasta el Gran Israel soñado por el Gush Emunim que-
    daría demasiado chico.
    A personas – jóvenes – para las que un entorno absolutamente pacífico es la condición
    básica para su integridad psíquica y, por ende, su existencia, se las invita entonces a
    guerrear. Guerrear precisamente para defender y garantizar(sic)la seguridad. Una seguridad
    fantasma en la que están obligados – y con-
    dicionados – a creer.
    A unos seres auténticamente inocentes – a
    menudo ni miedosos del “enemigo” palesti-
    no, libanés, sirio o iraní, sino completamen-
    te absortos por su afición observadora, re-
    gistradora, o puramente técnica – se los abu-
    sa entonces para perfeccionar la guerra con-
    tra todo el Oriente Medio no alineado, asis-
    tida la entidad sionista siempre por el mis-
    mo Imperio y por la Unión Europea aliancis-
    ta, y hasta colaborando aquélla, una vez más,
    con un gobierno fascista – el de la India, cuyo
    hombre fuerte recién reelegido, Narendra Mo-
    di, parece poder mantenerse en el poder has-
    ta el último suspiro gracias a la “ciberdemo-
    cracia” a lo Trump.
    Tal manipulación de seres humanos impedi-
    dos – indefensos – es la peor que se puede
    imaginar. Israel es un estado perverso con
    un ejército perverso – ya incluso corruptor de
    jóvenes en plena flor de su vida.
    La noticia la difundió una emisora toda
    ‘mainstream’ – la radio alemana pública de
    Berlín más la región de Brandeburgo, la RBB -,
    sin distancia crítica alguna, desde luego, si-
    no hasta alabando tal medida como una
    ejemplar de integración de impedidos en el
    mundo profesional.

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