Fácil parece desvincularse del adiós. Por José Luis Fariñas


Fariñas, Quixote, acuarela, col. Liber Ediciones, 2007

Desencarnado

Fácil parece
tocar la estría con mesura,
paladear la estocada, envainar la comprensión
y frenar cuando llega el deslave
siguiendo el hábito de las murallas
que replican día por día
la alteración de esta noche.

Fácil parece
desvincularse del adiós,
salir del cerco de la virgen matemática,
remontar la cuesta interrumpida,
abrirse uno mismo los costados
si tardase la soldadesca
en dar con la cruz.

Acuarelas de José Luis Fariñas (con pie de imagen) y poemas de su libro Demasiada niebla

5 pensamientos en “Fácil parece desvincularse del adiós. Por José Luis Fariñas

  1. Buenos días. Solo para agregar un detalle; no es esencial pero hace justicia. En los comentarios a un texto de Luque alguien cita a Ubieta: «ese sol del mundo moral” que ilumina y define a los seres humanos, según la frase que Cintio rescatara de José de la Luz y Caballero. Una Patria que es Humanidad, que no está en la “hierba que pisan nuestras plantas”.
    En la Biblioteca Provincial de Matanzas hay información suficiente para demostrar que esa frase de Luz la calibró en su importancia Medardo Vitier, el padre de Cintio; no Cintio.
    Medardo Vitier fue un «lucista» de primera línea, y merece el reconocimiento a su sensibilidad filosófica.
    Bueno, repito, no es importante, ni busco «dividir». Con Cintio hablé un día en la Biblioteca de Bauta y reconoció que, efectivamente, los temas filosóficos rectores en «De lo cubano en la poesía» era de su padre, Medardo.
    Saludos desde Miami,
    Emilio Ichikawa

  2. Pingback: Fácil parece desvincularse del adiós. | argencuba

  3. Ellos y tú

    Martí me da la clave, me mejora
    me reposa en su nido de algodón de enseñanzas.
    Carpentier me eleva a cerros telúricos
    Vallejo me desciende por sus versos
    cual hoja dibujando zetas en el aire.
    Benedetti, me da coraje
    Withman me traslada
    al ruido de la gloria sin aliento,
    Gamoneda me hiela el alba.
    Gillén tuerce
    los rizos de mi sangre y
    García Abás, muy dulcemente,
    engalana de añejas etiquetas mi lenguaje.

    Rimbaud me lleva al genio
    del niño despojado que no cede
    ni con su palabra,
    a los caprichos de Dios,
    Valéry, a la mar recomenzada
    De Régnier, al creol oriental
    inefable y «mélangé»
    de esclavista extraviada,
    Lorca a la belleza gitana
    de lunas amasadas con sangre poética del Guadalquivir,
    Bécquer al abrazo de la rima
    que me arrastra a yo sé dónde
    Cernuda, a la quimera desolada.

    Horacio al viaje y al « no digas que no »,
    Baudelaire, al alejandrino escaso
    de Huidobro ante la Torre Eiffel ;
    Darío, a un banquete azul y sin tiranos.
    Neruda, a la biblia de América
    con sus amores difíciles
    bajo la noche estrellada.

    Lezama al lago donde cuelgo
    el verso
    en un narciso.
    Morejón, al cepo de menos
    más una Carta náutica
    Carilda me desordena
    el alma en este otoño
    más invierno sin ella.

    Y tú, con tu plenitud deshecha
    y la belleza descarnada de tus flores,
    a la alternancia de días y anhelos nuevos,
    a la inercia de menos de este desarraigo
    a la isla de miel y piel desnuda
    a la que volveré
    para encontrarme.

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