Venezuela. Por Teresa Melo


El odio no dialoga, amigos, amigas. El odio no busca paz, sólo destrucción. Dos veces he estado en Venezuela: dos veces dialogando con poemas, libros; dos veces conociendo de cerca sueños de muchos. La segunda vez estuve con una Brigada artística; una noche conocí a una pareja: él chavista apasionado, ella no. Nos miraba con suspicacia por sabernos cubanos, pero se fue involucrando en nuestro diálogo y al despedirnos me regaló un disco con música venezolana que he escuchado muchas veces. Me abrazó y me dijo: los cubanos no son como dicen. He pensado mucho en ella en estos días, en estos en que el odio no quiere dialogar. Porque yo lo que vi fue a gente como yo, construyendo para todos, queriendo construir para todos en paz. Y ahora la ignorancia, el irrespeto a todas las normas, el ansia de destrucción, la indiferencia de algunos y la ambición desmedida de otros, los mismos que quieren que Cuba no exista, amenazan con odio esos sueños. He aprendido que el odio sólo genera violencia. Defender a Venezuela es desterrar ese odio. Mañana puede alcanzar a esos mismos que hoy lanzan sus balas contra nuestros sueños. Por eso, además, para los que preguntan: Sí por la paz y sí por Cuba.

Abismos entre el SÍ y el No. Por Luis Toledo Sande


Con las primeras ilusiones del amor aprendimos que entre el SÍ y el NO median diferencias abismales, y que estas pueden oscilar entre la felicidad y la tragedia. Luego los estudios fueron confirmándonos que esos monosílabos, que tan rotundos pueden ser en su aparente levedad, no tienen entre sí más parecido que el de ser breves recursos del idioma –vistos ambos aquí como adverbios–, y que, salvo en disquisiciones filosóficas y en ciertos absurdos, son irreconciliables. Sigue leyendo