Ya quisiéramos quienes conocemos el programa «la pupila asombrada» contar con un formato y contenido similar en el sistema mediático español (público y privado). Además, sin publicidad. Sin embargo, por exigencias de guión, el maestro Goebbels cada día es más exigente, conforme el neolibealismo va destruyendo las conquistas sociales de décadas anteriores y se hace más necesario construir un imaginario colectivo único y sin alternativa, como en el Chile de Pinochet, pero sin que se tenga que recurrir a una dictadura militar. Resulta mucho más práctico que los ciudadanos puedan elegir entre el neoliberalismo del PP, el de C’s y el del PSOE, que proponen básicamente las mismas cosas pero con diferentes envoltorios, correspondiendo al ejército de sicarios de los medios de persuasión propiedad de la oligarquía o bajo control de sus peones ser los guardianes del sistema, linchando moralmente a cualquier líder de opinión opositor y entreteniendo y despistando al rebaño con toda clase de sandeces. Así es como discurre la vida cultural, política y social en el mundo «libre», «democrático» y «civilizado».
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Ya quisiéramos quienes conocemos el programa «la pupila asombrada» contar con un formato y contenido similar en el sistema mediático español (público y privado). Además, sin publicidad. Sin embargo, por exigencias de guión, el maestro Goebbels cada día es más exigente, conforme el neolibealismo va destruyendo las conquistas sociales de décadas anteriores y se hace más necesario construir un imaginario colectivo único y sin alternativa, como en el Chile de Pinochet, pero sin que se tenga que recurrir a una dictadura militar. Resulta mucho más práctico que los ciudadanos puedan elegir entre el neoliberalismo del PP, el de C’s y el del PSOE, que proponen básicamente las mismas cosas pero con diferentes envoltorios, correspondiendo al ejército de sicarios de los medios de persuasión propiedad de la oligarquía o bajo control de sus peones ser los guardianes del sistema, linchando moralmente a cualquier líder de opinión opositor y entreteniendo y despistando al rebaño con toda clase de sandeces. Así es como discurre la vida cultural, política y social en el mundo «libre», «democrático» y «civilizado».