Para Alejandro Chafuen, la reunión celebrada esta primavera en The Brick Hotel de Buenos Aires fue una mezcla de regreso a casa y festejo triunfal. Chafuen, un argentino-estadounidense alto y flaco, había dedicado su vida adulta a desacreditar los movimientos sociales y los gobiernos de izquierda en América del Sur y América Central, y a impulsar, en su lugar, una versión business-friendly del libertarismo. Sigue leyendo