Recientemente fue publicado en el blog de la “Pupila Insomne” el artículo que en su momento escribiera el profesor Fernando Martínez Heredia a la muerte de Francois Houtart. Ambos, intelectuales que comprometieron su vida al combate ideológico del capitalismo y el imperialismo.
Remembranzas motivadas por el artículo, y un intercambio informal que sostuve con el amigo Iroel Sánchez Espinosa, periodista, editor y coordinador de ese proyecto informativo, me comprometieron a escribir unas líneas sobre Francois Houtart.
Francois Houtart y Cuba.
Inicialmente conocí a Houtart, por su participación en eventos internacionales convocados en Cuba y trasmitidos en ocasiones por la TV, como el Diálogo Interreligioso Mundial, las Conferencias por “Equilibrio del Mundo”, otros contra el Terrorismo y los convocados por la Asociación Nacional de Economistas de Cuba contra el Neoliberalismo y la Globalización Capitalista; siempre atrajeron mi atención su conocimiento profundo de la realidad del Tercer Mundo, su capacidad de diálogo sin renunciar al debate y la polémica y su experiencia de larga data en el magisterio. Todo lo cual hacia muy didácticas y atractivas sus intervenciones.
Más tarde, recibiendo clases de la Dra. Thalía Fung, como alumno maestrante en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) inició una aproximación a la obra de Francois Houtart; me despertaba curiosidad que el sacerdote católico belga y marxista, estuviera considerado el sociólogo vivo más importante de finales del siglo XX y los primeros años del XXI. Así me inicié en la lectura de sus trabajos sobre un nuevo paradigma civilizatorio, desde la ética y en equilibrio con el medio ambiente, frente a la crisis sistémica del capitalismo al que llamó Bien Común de la Humanidad; este constituiría a su muerte su más relevante legado teórico-político, y en el que trabajó hasta el final de su vida.
Houtart nació en Bruselas, Bélgica en 1925, en una familia numerosa y perteneciente a la nobleza. En 1949 se ordena como sacerdote. Se licencia y doctora en Sociología por la Universidad Católica de Lovaina, de la que sería profesor. Ya por esos años se inician sus primeros vínculos con Cuba y la realidad de nuestro continente, en esos años tuvo entre sus alumnos a monseñor Carlos Manuel de Céspedes García – Menocal y el también cura Camilo Torres Restrepo, fundador de la guerrilla colombiana ELN.
Temprana y curiosamente, fue una de las pocas voces no provenientes de la realidad periférica, que abogó por la renovación de la Iglesia. En vísperas del Concilio Vaticano II, el presidente de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM), su amigo brasileño, el llamado “arzobispo rojo” Hélder Câmera, le encomendó sistematizar la propuesta de nuestro continente, a favor de una iglesia cristiana comprometida con las reivindicaciones de los empobrecidos, la cual fue presentada en la apertura de las cuatro sesiones del concilio entre los años 1962 y 1965.
Su primera visita a Cuba ocurre antes del Triunfo de la Revolución, cuando en marzo de 1953, asiste a un congreso regional de la Juventud Obrera Católica. Contaba que actuando como asistente del obispo de La Habana en 1958, fue testigo del secuestro por el Movimiento 26 de Julio de Juan Manuel Fangio, campeón del mundo de automovilismo. Muchos años después, François tuvo la ocasión de contárselo a Fidel, mientras intercambiaban sobre el inminente recibimiento del papa Juan Pablo II en Cuba.
Después de 1959, visitó la isla más cincuenta ocasiones, sosteniendo frecuentes encuentros con Fidel. Esa experiencia lo llevó a expresar: “Personalmente he conocido Cuba desde 1953 y he conocido la situación de Cuba antes de la Revolución y después”, los encuentros que sostuvo con el Comandante en Jefe, su participación en numerosos eventos, su amplia red de amigos entre la intelectualidad y dirigencia de nuestro país y sus propias vivencias, permitieron al acucioso religioso, medir la transformación social, política, económica y cultural de la vida en el archipiélago.
Houtart, jugó un papel muy importante en la introducción en Cuba y dentro del clero de las tesis emanadas del encuentro ecuménico conocido como Concilio Vaticano II, y más tarde de los postulados de la teología de la liberación; y contribuyó a limar asperezas entre la entonces cúpula de la iglesia católica y el gobierno revolucionario. (1).
Al arribar a Quito en el verano de 2015, como funcionarios diplomáticos de la embajada de Cuba en Ecuador, mi esposa Yudith Rivera Céspedes recibió la indicación desde Cuba de contactar a Houtart y darle todo el apoyo y atención que estuviera a nuestro alcance. Pues el incansable e itinerante sociólogo había escogido Ecuador como residencia temporal, atraído por el proceso de la Revolución Ciudadana, encabezado por Rafael Correa Delgado, siendo amigo cercano y confesor de su esposa.

De izquierda a deecha Yudit Rivera, Francois Houtart, Abel Sosa y Héctor Hernández Pardo.
Se entablaría entonces una cercana y afectuosa relación, con provechosas conversaciones, en las que el sabio sacerdote contaba de sus encuentros con los principales líderes que encabezaron la lucha anticolonial en África y Asia, su visión sobre el proceso revolucionario cubano, el papel de los movimientos sociales en América Latina y en el mundo y las experiencias de los gobiernos progresistas de la región. Ninguna lucha le era ajena; así en una misma semana podía estar en reuniones con el gobierno de Vietnam, y luego en Siria, en la búsqueda de acuerdos de paz, más tarde en América Latina, podía pasar por las mesas de negociación de las FARC, hablar con la dirigencia del PT sobre la crisis en Brasil, y dictar una conferencia en la Escuela de Formación de los Sin Tierra, ir a Argentina para reunirse con las Abuelas de Plaza de Mayo, y seguir para participar de una reunión en La Habana. Trotamundo incansable, fue la voz de los de abajo, desde el Sur, fue portador de la palabra de esperanza desde la ciencia, la reflexión, la teología. Era reconocido por los movimientos sociales, por los partidos y por las organizaciones revolucionarias de todo el mundo.
Muy activo en la solidaridad con el pueblo cubano, como lo había sido con el pueblo vietnamita y otros pueblos de Indochina durante la agresión imperialista de los años 60 y 70. Participaba regularmente en las campañas por el levantamiento del bloqueo de los EEUU a nuestro país.
En Ecuador, vivía modestamente en la sede de la Fundación Pueblo Indio, institución creada en 1988, por otro grande, monseñor Leónidas Proaño, el obispo defensor de los indios en Ecuador y odiado por la burguesía racista, aquel que lapidariamente expresó: «un indio, vale más que una catedral”. Allí residía como un espartano, ocupando una pequeña habitación, carente de todo lujo y modernidad, como mobiliario una cama, mesita y armario e innumerables libros, al decir de su amigo, el historiador y politólogo belga Eric Toussaint, “su habitación se parecía más a una celda monástica que a un estudio un poco confortable”; allí era atendido en las tareas domésticas por una monja, que antes había colaborado con “Taita” Proaño. El único lujo que se permitía era disfrutar de los chocolates que le enviaban sus familiares desde Bélgica.
Profesor del Instituto de Altos Estudios (IAEN) y docente de la Maestría de Sociología Política de la Universidad Central del Ecuador, cuando estaba en el país, todos los miércoles se reunía con el Grupo de Pensamiento Alternativo, para informar de sus periplos por el mundo, analizar la situación del Ecuador y de América Latina, organizar nuevas solidaridades y debatir sobre las alternativas.
Con la vejez, había abandonado su vertiente diplomática, acompañando el proceso de los gobiernos progresistas en el continente, entre el apoyo vigilante y honesto y la crítica serena. Una característica de su pensamiento fue la crítica con la presentación de alternativas. En los últimos años de su vida la pregunta frecuente era sobre el llamado “cierre de ciclo” en América Latina, la crisis y decadencia del capitalismo, y la necesidad de abrir nuevas alternativas.
Consultor informal de Rafael Correa para temas vinculados con el movimiento indígena, era un interlocutor reconocido y respetado tanto por el gobierno como por la Comisión Nacional de Asuntos Indígenas (CONAI).
Visiblemente conmovido al conocer la desaparición física de Fidel, acudió a la embajada a rendirle tributo y firmar el libro de condolencias, donde afirmó a Prensa Latina “Definir la figura de Fidel es difícil, porque su figura es tan diversa, rica. Es el intelectual y hombre de acción al mismo tiempo, es un visionario que siempre ha tenido ideas nuevas….Recuerdo al Fidel que defendía la Tierra, la ecología, a quien considero el primero en intentar concientizar al mundo sobre la importancia de proteger el medio ambiente, para garantizar la supervivencia de la raza humana”…. “Fidel a pesar de no practicar religión alguna, defendía los preceptos de cualquier seguidor de Dios, hacer bien al prójimo, aportar al bienestar de muchos, a la solidaridad con todos, eso es lo que prima en el líder cubano, que trascendió las fronteras de su país, por su bondad, la humildad, repartir lo que tiene, compartir con quienes carecen, llevar la luz a zonas oscuras”. Para sentenciar: “Fidel, fue un ateo con la fe de un religioso”.

Francois Houtart firmando en la embajada de Cuba en Ecuador el libro de condolencias por el fallecimiento de Fidel.
En un artículo que publicaría con posterioridad, con el título “Encuentros con Fidel” expresaría: “la muerte de Fidel era una cosa que podría esperar, pero una noticia que nunca pensé que iría a vivir” (2).
Miembro del Consejo Mundial del Proyecto José Martí de Solidaridad Internacional, fue una activo participante de las Conferencias Internacionales “Por el Equilibrio del Mundo” y tuvo al apóstol de la nación cubana como un referente ético y moral.
Recuerdo que al amanecer del 6 de junio de 2017, recibimos una llamada de la monja que lo atendía en la Fundación del Indio, para entre lágrimas comunicarnos, que mientras dormía había fallecido a los 92 años de edad. Murió a causa de un ataque cardíaco, nos había explicado que pronto tendría una consulta médica para evaluar si podían operarle del corazón, para mejorarle un padecimiento que se agravaba con la altitud de la ciudad de Quito. El teólogo y sociólogo de la liberación de los pueblos y gran amigo de Cuba, se preparaba para viajar a La Habana.
En los homenajes que se le rindieron en Ecuador, nunca faltaron las ofrendas florales a nombre del pueblo de Cuba. Houtart dejó en quienes lo conocieron de cerca un caudal de sabiduría e ideas basadas en sus principios de justicia social.
Escritor incansable. Publicó alrededor de 70 libros, un promedio de uno anual, además de artículos, ponencias. Imposible saber cómo lo hacía. Los títulos muestran el recorrido de su pensamiento: El cambio social en América Latina (1964), Iglesia y Revolución. Religión e Ideología en Sri Lanka. Religión y desarrollo en Asia (1976), Sociología de la religión (1992) El otro Davos (1999), Haití y la mundialización del cultura (2000), Mercado y Religión (2002), Deslegitimar el capitalismo. Reconstruir la esperanza (2005) La ética de la incertidumbre en las ciencias sociales (2006) África codiciada. El desafío pendiente (2007) De los bienes comunes al bien común de la humanidad (2012) El bien común de la humanidad (2013) El camino a la utopía y el bien común de la humanidad (2014) El camino a la utopía desde un mundo de incertidumbre (2015).
(1)Ver: Monseñor Carlos Manuel se confiesa (Casa Editora Abril, 2015, 248 páginas), de Luis Báez y Pedro de la Hoz. Serie de entrevistas que, entre mayo de 2012 y abril de 2013, sostuvieron con monseñor Carlos Manuel de Céspedes y García Menocal.
(2) Ver: “Encuentros con Fidel”, Sitio Fidel, soldado de las ideas. http://www.fidelcastro.cu/es/articulos/encuentros-con-fidel-0