La dictadora al bote. Por Ángel Guerra Cabrera


La investigación abierta y prisión preventiva contra Jeanine Áñez, ex presidenta de facto de Bolivia,  ex dictadora para mayor exactitud, y dos ex integrantes de su gabinete acusados de sedición, conspiración y terrorismo por los hechos que condujeron al golpe de Estado en 2019 contra el presidente Evo Morales marca un hito fundamental en el restablecimiento del régimen constitucional y de la justicia en Bolivia. Habría que añadir el efecto ejemplarizante que el hecho tiene para América Latina y el Caribe, donde la impunidad ha sido la regla para los autores de las innumerables rupturas del orden democrático, incluyendo las más recientes contra presidentes de la ola progresista iniciada tras la elección de Hugo Chávez en 1998. Conviene recordar que Áñez se autoproclamó presidenta del Senado y más tarde presidenta de Bolivia en una sesión donde solo había 9 senadores y estaba ausente la mayoritaria bancada del MAS. Eso sí, recibió la banda presidencial de manos del jefe de las fuerzas armadas.  La fiscalía también emitió órdenes de captura contra los exministros Yerko Núñez (presidencia), Arturo Murillo (interior) y Fernando López (defensa) y exjefes militares y policiales.  Entre los militares destacan el general Williams Kaliman, jefe de las fuerzas armadas que desencadenó el golpe al pedir la renuncia de Morales, y su sucesor Carlos Orellana, el primero residente actual en Estados Unidos y el segundo en Colombia. Murillo y López se ausentaron del país después de la arrolladora victoria electoral en noviembre de 2020 de los  candidatos masistas a presidente y vicepresidente  Luis Arce y David Choquehuanca. Sigue leyendo

Lo que enseña el indio de Bolivia al sionista latinoamericano. Por Iroel Sánchez


¡Estos hijos de nuestra América, que ha de salvarse con sus indios, y va de menos a más; estos desertores que piden fusil en los ejércitos de la América del Norte, que ahoga en sangre a sus indios, y va de más a menos!

José Martí. “Nuestra América”

La historia de los golpes de estado en América Latina es larga y aleccionadora con respecto a que después de ser derrocado un proceso de cambio que ha afectado los intereses de Estados Unidos en la región nunca unas elecciones inmediatamente posteriores devuelven el gobierno a las fuerzas desplazadas de este. Nunca… hasta el 18 de octubre de 2020 en que la candidatura del Movimiento al Socialismo, conformada por Luis Arce y David Choquehuanca, obtuvo el 55.10% de los votos, superando en un 8% los resultados de hace un año atrás, cuando se desató el golpe, y aventajando en más de un 26% a la segunda opción más votada. Sigue leyendo

Bolivia: zambombazo electoral. Por Ángel Guerra Cabrera


La rotunda victoria electoral de Luis Arce, candidato presidencial del Movimiento al Socialismo (MAS), confirma el apoyo del pueblo boliviano a la Revolución Democrática y Cultural y sus conquistas de 14 años. Con 87 por ciento de los votos computados y una participación de 88 por ciento, el MAS se impone con más de 54 por ciento (7 puntos más que en 2019, igual número que en la elección de 2005, cuando inició su gobierno de 14 años). Logra una ventaja de 25 puntos sobre su más cercano competidor, el ultraneoliberal y represor Carlos Mesa, de Comunidad Ciudadana, y de 10 sobre toda la oposición. Derrota a la derecha y la extrema derecha juntas. Debe subrayarse, lo consigue en condiciones de dictadura, masacres, odio racial, persecución, exilio o asilo en embajadas de varios de sus líderes. El caso más notorio, el de su fundador Evo Morales, forzado a salir del país por un golpe de Estado digitado por Estados Unidos por conducto de la OEA y salvada su vida por una operación de rescate montada por el gobierno de López Obrador en coordinación con el argentino Alberto Fernández, que ahora cobra toda su dimensión histórica. El proceso boliviano es emblemático en la ola de gobiernos revolucionarios y progresistas iniciada en nuestra región con la elección de Chávez a la presidencia de Venezuela en 1998. Su Constitución plurinacional y pluricultural viabilizó el ejercicio de su identidad y derechos a los pueblos originarios y afrodescendientes, que componen la mayoría de la población. Evo hizo brillar a Bolivia en el mundo y se convirtió en uno de los referentes principales de la lucha antimperialista y por la paz. Esta victoria confirma el acierto al escoger la fórmula del MAS, en la que se reunía el éxito y estabilidad económica de la que Arce fue artífice, con la sólida trayectoria de David Choquehuanca como líder indígena y su brillante ejecutoria diplomática, unida a un activo trabajo político del MAS. Ello ensanchó el apoyo de los pueblos originarios y campesinos pero también recuperó el voto de clase media que había dejado de respaldar el proceso de cambios. Confirma que el MAS ganó también la elección de octubre de 2019, cuando la OEA denunció un supuesto fraude electoral, que abrió la puerta al golpe de Estado. Varios estudios de reconocidos académicos demostraron que tal fraude nunca existió y no fue más que el argumento usado para justificar el golpe. En su gestación fue muy activo el lobby cubanoestadunidense de Miami, muy influyente bajo la presidencia de Trump. Todo ello permite afirmar que la victoria del pueblo boliviano rebasa las fronteras nacionales y significa un poderoso estímulo para las luchas populares en América Latina y en el mundo.

Bolivia: OEA prepara fraude electoral. Por Ángel Guerra Cabrera


Estados Unidos y la oligarquía boliviana temen mucho al regreso del Movimiento al Socialismo(MAS) al gobierno en las elecciones del 18 de octubre, dentro de diez días. Después del enorme esfuerzo que hicieron para derrocarlo el año pasado, cabe esperar que realicen desesperados intentos para evitar su victoria electoral. Sobran señales de ello. Recientemente, la autoproclamada Jeanine Áñez afirmó categóricamente que el “populismo autoritario”, como llaman a los líderes con arraigo popular como Evo Morales, no regresaría a Bolivia. Es cierto que su dictadura se resquebraja y es objeto del mayor repudio popular, pero el dicho sugiere planes golpistas de la oligarquía.

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