Socialismo, la palabra angustiosa. Por Carlos Ávila Villamar


La palabra socialismo atraviesa una crisis a nivel global: se usa para fines demasiado disímiles, y sospecho que corre el riesgo de desdibujarse hasta el punto de no significar nada, o casi nada, tal como ha sucedido con la palabra democracia dentro de la izquierda estadounidense, que es más bien un sinónimo de aquella sociedad que el hablante considera mejor. Se ha abandonado la definición que con cierta arrogancia algunos teóricos soviéticos consideraron la definitiva, aquella que veía el socialismo como la abolición casi absoluta de la propiedad privada, y bajo el embrujo de la imagen de justicia e igualdad social que hoy se tiene de los capitalismos nórdicos, suele verse la llamada socialdemocracia como el único modelo posible y sustentable de socialismo, se cree en la domesticación del burgués y en la benevolencia del estado con los más desfavorecidos. Una vez que se llega a esa idea, la de tomar lo mejor del capitalismo y lo mejor del socialismo de corte soviético y construir un híbrido que beneficie a todos, lo que queda es negociar el punto intermedio, qué se toma de cada uno, y ya el mundo estará arreglado. Es sabido, la mente humana tiende a crear oposiciones para entender mejor la realidad, y una vez que se piensa la realidad en base a una oposición simple, lo que queda es viajar a través la escala de grises. Sigue leyendo