El sueño del guerrero


Máximo Gómez*

Desaparecía el sol; apenas doraba con sus últimos rayos las cimas de las altas montañas del Jatibonico, el alborotoso pájaro o, escondiéndose en el ramaje de las altísimas palmas y de los lentos árboles, puso término a su atormentadora algarabía todo el día.

El toque de desensillar las caballerías indica la hora de la muerte del día. Los oficiales se reparten y ordenan el servicio nocturno. El General recibe los partes oficiales de los destacamentos avanzados, y esta parte del mundo queda envuelta en la negra sombra de una noche sin luna y de primavera; bajo un cielo sin luz, surcado de negros nubarrones del mes de junio, seguro indicio de próxima tormenta. Sigue leyendo