Cuando la muerte solo alimenta la voracidad del enemigo


Miguel Fernández

De nada vale que un hombre, con razón o no, haya muerto. De nada vale que una familia sufra la pérdida de un ser querido. De nada vale que algunos no tengan frenos para incentivar la inmolación inútil en aras de conseguir sus propósitos.

Nuevamente se reabre la carpa y el circo enciende sus luces, mientras las fieras aúllan sedientas de sangre. Lo importante es tener “argumentos”, aunque los costos los paguen otros. Una máxima que ha imperado por más de medio de siglo de persistente enfrentamiento con el único fin de aniquilar a un pueblo.

Sigue leyendo